lunes, 12 de septiembre de 2016

A propósito de “La Vuelta” TANTO FERVOR NEGATIVO

A propósito de “La Vuelta” TANTO FERVOR NEGATIVO 

Por Edmundo Aguiar 

Les dejo una inquietud que nació mientras disfrutaba como “easy chear sportman” por TV de la Vuelta a España, que junto al Tour de France y el Giro d’Italia, representan la cumbre de la temporada de ciclismo en ruta en Europa.

Creo que la bicicleta vuelve a ganar espacio entre nuestras costumbres. 
Es muy evidente en Buenos Aires y siempre estuvo latente como hábito, como pasatiempo, como ejercicio o como medio de transporte –especialmente‐ en todo el país. 
Aunque deportivamente, salvo la vieja “Doble Bragado” (que vegeta casi en el anonimato), alguna otra similar –que las hay‐ y la popularmente ascendente Vuelta de San Luis, pasan poco más que invisibles para el gran público.
Sospecho que esa nueva moda en las grandes ciudades potenciará la atracción por el deporte y sus actores. 
Entonces, bueno es prever que el ciclismo volverá a ser lo que era en la primera mitad del siglo XX. Y por eso esta reflexión. 
 En mis años de residencia en Europa fui “testigo presencial” de algunos de estos pasos de la caravana por mis lugares. Y siempre llamó mi atención el escaso tino de muchos espectadores que, llevados por su bobalicón entusiasmo poco deportivo, quieren convertirse en actores e invaden la carretera animando a gritos, agitando los brazos o alguna bandera y hasta echando agua con algún recipiente sobre los ciclistas; así hasta dejar, muchas veces, un mínimo espacio para el paso de hombres que vienen compitiendo, sin medir el peligro que eso significa para corredores y espectadores. Una explicación, no del todo válida, la puede dar lo escueto del espectáculo contra tanta inquieta espera junto al camino. Una hora –o más‐ de ansiosa espera para ver, primero, a los motociclistas de la policía entre los gritos de “¡allí vienen!” que encienden la ansiedad; un minuto después los ciclistas que, cuando vienen en pelotón ocupan –a veces‐ más espacio del que en principio les habían dejado los “animadores”; en medio, subiendo y bajando por la caravana, las motos de los periodistas y camarógrafos, y atrás la caravana de autos de apoyo de los equipos. Y se acabó todo. Son, según la extensión del grupo, cinco minutos o poco más. Para mí, que soy un aficionado a la bici, después de unas pocas experiencias “en vivo” me dije: “esto así no vale la pena”. No tiene gusto a nada. Es como comer un caramelo sin sacarle el papel Pero por “tele” es otra cosa que bien vale la pena. Y todavía estamos a tiempo de ver las últimas etapas de La Vuelta y sus héroes.

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