lunes, 29 de agosto de 2016

¡Que lejos estamos los de a pié! Un saldo de los Juegos Olímpicos

¡Que lejos estamos los de a pié! Un saldo de los Juegos Olímpicos 
Por Edmundo Aguiar 

Después de unas semanas de absoluta fascinación frente a la pantalla, siguiendo las hazañas que un deportista puede hacer en competición, llegó la hora del balance final para los “easy chair players”. 
Esta conclusión puede ir desde el resignado “yo ya no estoy para nada de eso” ‐completamente falso‐, hasta el “mañana me reinscribo en el gimnasio”, o “mañana vuelvo a correr”, o “el martes vuelvo a entrenamiento con los/as chicos/as”. 

Bienvenidas esas decisiones, aunque no sean el paso más importante ni el detalle más trascendente de este cambio de vida. Para esos que intentarán recuperar un hábito, retomar un programa, una rutina, es más importante la respuesta a una pregunta: “¿por qué lo abandoné?”. Para los “burgueses” o aburguesados de larga data el problema es otro: vencer el principio de inercia, para lo que necesitarán –según rezan los libros de física elemental‐ una fuerza externa que los ponga en movimiento y con el recuerdo de la tele no es suficiente. Porque las imágenes que nos dejó la tele de fantásticos físicos, sorprendentes roturas momentáneas de la ley de gravedad, emocionantes batallas (muchas veces contra sí mismo) y gloriosas victorias (y aún gloriosas derrotas) son de corta vida porque el modelo que elegimos está muy lejos, casi inalcanzable. Pero, insisto, es un propósito digno de alcanzar un triunfo, que, en este caso, no consiste en una medalla, ni un reportaje en la tele. Va a ser una dura tarea anónima, casi oscura . Donde el único que sabrá del triunfo será uno mismo. 
Además, la meta como tal no se alcanzará nunca y apenas comprobar que uno “está en carrera” lleva mucho más tiempo que ese entusiasmo originario que nos movilizó viendo la tele. Bajar unos kilos, trotar –o caminar‐ unos kilómetros, cambiar “redondeces” por manojos visibles de fibras musculares lleva mucho más tiempo que la duración de un entusiasmo. Me atrevería a decir que es una forma de vida, una filosofía. Pero accesible con el viejo y olvidado “persevera y triunfarás”. 

Hay que aprovechar el calor entusiasta del momento como “fuerza externa” para romper la inercia pero hay que buscar rápidamente objetivos por etapas, metas parciales, algo que nos mantenga dentro del plan. Primero, tachar las excusas siempre muy auto‐convincentes; segundo encontrar los tiempos, siempre existentes aunque no lo parezca; tercero, no depender de nadie, sólo de nuestra mente. Creo que una modesta pero excelente rutina inicial se puede hacer en casa y no hace falta más de media hora diaria ni equipamiento especial . Aunque te parezca mentira. Si te interesa saber cómo, avisáme

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